viernes, 12 de noviembre de 2010

El despertar del vampiro

El sopor se había apoderado de el. Quién sabe cuanto tiempo llevaba en su ataud. Entre sueños y delirios, agitado y excitado.

Parecía tan real....

Allí estaba su cara, junto a la suya. Nariz con nariz, notaba su aliento. Sus labios casi se tocaban. El deseo se apoderaba de Amir. Los labios carnosos y apetecibles a milímetros de los suyos. Aquellos ojos azules se le clavaban en el alma y el corazón se le agitaba. Una mano a sus delgadas caderas, arriba y abajo la deslizaba por sus delicadas curvas.

Y la mirada seguía, y nariz con nariz, y sus labios apunto de tocarse. Y otra vez el deseo, y ya la lujuria.

-Preciosa, eres preciosa. *susurraba Amir en su dulce sueño*

La desnudaba con la mirada en su lecho de sueño. Acariciaba sus blancos cabellos, sus puntiagudas y delgadas orejas y su cara. Su suave y aterciopelada cara, sus labios y su nariz recorría ahora su cuerpo impregnándose de su aroma. Mientras su mano resbalaba por su costado, el dedo pulgar escalaba las colinas de sus pechos, por encima de la suave camisa de seda blanca en la que sus pezones sobresalían. El dulce aroma que tanto añoraba se le metía dentro y el corazón bombeaba como nunca.

La excitación era máxima cuando Amir volvió a la realidad... Entre sudores fríos y todavía excitado, Amir fue capaz de levantarse a duras penas con sus músculos agarrotados de su ataud. Se levantó y miró la puerta de sus aposentos y solo vio una cosa....

sangre....



Ni la ausencia ni el tiempo son nada cuando se ama.